Entre vestigios antiguos y modernos, justo donde el Río Viejas gira a la derecha para encontrarse con el Ibor rompiendo la Sierra del Rostro se forma uno de los rincones mas entrañables de esta parte de las montañas de la Villuerca.
Un lugar, con una intensa pero intermitente vida. Los recuerdos, la toponimia, la documentación y los muchos restos visibles dan muestra de un pasado muy variopinto y sinuoso.
El núcleo central de este espacio lo ocupa una edificación que conocen como El Molino y todavía los lugareños recuerdan la actividad en el lugar como molienda general de la población.